El ejercicio que se vivió durante el recorrido del vía crucis, se recordó la época de Jesús de Nazaret, lo que lleva a la humanidad a la reflexión, a la entrega del amor de los semejantes. Y lo retomas al tiempo actual donde diariamente te encuentras con distintos casos crudos y crueles en niños, jóvenes, adultos y ancianos asesinados, mutilados y despedazados; sin ver el dolor y el grito desgarrador de una madre, un hijo o un padre.
El hombre se ha deshumanizado y ha olvidado los valores morales que aprendió de sus padres; la ambición por adquirir un dinero ilícito, lo ha llevado a perder el espíritu humano que Dios nos dejó en el bautismo para actuar como seres humanos con razonamiento y con conciencia.
No le importa matar, destrozar familias que viven en paz. También se han olvidado del dolor de sus padres que lloran al verlos convertidos en “bestias humanas” sin corazón, sin piedad y sobre todo sin alma. Esa es la crucifixión y el calvario que vive la humanidad diariamente. A la que Jesús el nazareno la vivió por ti y por mí, para que fuéramos felices y sin sufrimiento en esta vida. Él se sacrificó y dio su vida por cada uno de nosotros para ver a sus hijos unidos, sin maldades y perversidades. Y resucitando al tercer día para que el hombre siga renaciendo y subsanando los errores que diario cometemos.
La angustia y desesperación que muchas familias viven en México, en Veracruz y otros lugares del mundo, lleva a la humanidad a ser más insensibles con los que lloran un secuestro, un asesinato. Prefieren ignorar la angustia de otro ser, para no meterse en problemas y verse involucrados.
El siguiente mensaje de un presbítero que escuchamos cientos de feligreses católicos en el puerto de Veracruz. Te lleva a la reflexión y prestas la atención de sus palabras: ¡Voltea!, -se escucha la voz del predicador que decía a todos los presentes-. "Mira a esas madres que sufren al ver a sus hijos que son asesinos, violadores, secuestradores, asaltantes; ellas también están viviendo el calvario de Cristo Jesús, y ahora viven la resurrección porque Jesucristo está con ellas en sus problemas de angustia”.
Mensaje para la humanidad que hizo recapacitar el sacerdote durante el vía crucis en la octava estación, recordando cuando Jesús consuela a las piadosas mujeres que lo seguían ante una gran multitud del pueblo. Mujeres que se golpeaban el pecho y lloraban por él. Pero Jesús, volviéndose a ellas, les dijo: “¡Hijas de Jerusalén!, no lloréis por mí; llorad más bien por vosotras y por vuestros hijos” (Lucas 23,27-28).
Frases sabias que fueron pronunciadas más de dos mil años por Jesús de Nazaret, y que actualmente la retoman los evangelizadores de cada religión cristiana. Así como también lo ves en cada ejemplo de las familias que habitan en otros países del mundo, de México y de Veracruz. Que hoy sufren distintas penalidades de inseguridad, violencia, salud, guerra, pobreza, desempleo, hambruna y desamor.
En la actualidad los seres humanos, seguimos deshumanizándonos, envuelto en frivolidades. Se nos olvida el sufrimiento del hermano que lo vez en la calle pidiendo un pan, una moneda para comer. No solamente son los asesinos o maleantes, también somos los que integramos una sociedad de “bien” y de “provecho”.
Y concluyo con el mensaje del Santo Padre Francisco para la Cuaresma de 2018 cuyo tema es: «Al crecer la maldad, se enfriará el amor en la mayoría» (Mt 24,12).